top of page
  • Foto del escritorArnold Rosales

MÁS ALLÁ DEL AULA: LA VERDADERA EDUCACIÓN DE UN PROGRAMADOR



A medida que avanzamos en el camino para ser el mejor programador, porque en el fondo queremos ser los mejores y los más reconocidos, también enfrentamos la lucha constante hacia lo desconocido. Ese temor de iniciar algo nuevo a veces se vuelve costumbre. Aún recuerdo cuando empecé mis primeros pasos en la programación allá por 2014, cuando realmente la programación era la carrera más difícil, si no imposible. Los profesores eran considerados maestros del engaño, haciéndonos creer que íbamos a ser programadores o que simplemente no éramos buenos en eso.



En una escena, se encuentra el profesor alegre y relajado, dándonos palmaditas en la espalda y haciéndonos creer que la programación era muy fácil y que solo debíamos resolver ejercicios en papel para estar en la lista de los aprobados. De hecho, la clase se volvió tan divertida que se perdió por un momento el verdadero significado de resolver problemas y no simplemente ejercicios matemáticos con instrucciones agregadas.

En otra escena, se encontraba el profesor elocuente y serio, una persona muy silenciosa pero segura de sí misma. Nos mostraba en pantalla lo que podíamos lograr con solo prestar atención a la clase. Empezábamos con una interesante sesión teórica donde partíamos desde los conceptos básicos de cómo funciona y se compone un sistema en términos generales, y luego pasábamos a la parte más esperada donde también se nos hacía creer que programar era fácil.



Lo que realmente hacía interesante la clase con aquel profesor era que no solo conocía la parte funcional del software, sino que era un experto en matemáticas y física. Hablaba sobre la energía, los condensadores, los circuitos eléctricos, y todos esos temas que a muchos nos asustan o nos dan sueño. En su clase, se me quedó grabada la grandiosa idea de que para programar hay que entender los conceptos, es decir, la teoría. No solo era programar, sino entender lo que se hace.



Había también otro profesor de programación que iniciaba la clase con una lectura reflexiva sobre la vida y la filosofía, sobre alcanzar la sabiduría. Usaba 15 minutos de su tiempo para inculcarnos la idea de que siempre podemos alcanzar nuestras metas, que podíamos ser buenos y que al terminar la carrera tendríamos la posibilidad de ingresar a una universidad y mejorar nuestra calidad de vida. Luego avanzábamos con el código y con la motivación, todos llegaban a realizarlo.



Con todos esos maestros del engaño, muchos alumnos pudieron aprobar los cursos y algunos se olvidaron de ese tedioso curso imposible de programación. Sin embargo, en mi deseo de ser un programador de verdad, decidí estudiar por mi cuenta y buscar el conocimiento que hasta entonces era limitado. Después de todo, ya habíamos aprobado el curso, pero no éramos programadores.



Fue allí donde descubrí que la programación no era tan fácil como agregar botones y dibujar formularios en una pantalla. Conceptos como programación orientada a objetos no me quedaban claros, pues nunca nos lo enseñaron. Solo veíamos y repetíamos lo que se hacía. Decidí empezar por los lenguajes más olvidados como C/C++, temidos por su sintaxis tan compleja y signos difíciles de memorizar. Pero más allá de lo difícil, se encontraba la respuesta a esa incógnita que hoy agobia a los estudiantes de programación de esta nueva generación: ¿Cómo funciona la máquina?

 


Hoy en día, lenguajes de alto nivel como Python y JavaScript también estuvieron presentes hace 10 años, aunque no eran tan populares como ahora. Eran alternativas para aprender programación como un Coquito de códigos, así de fáciles de entender. Pero no había muchos medios para llevar esos cursos y esos lenguajes solo estaban al alcance de los que buscaban opciones al clásico Visual Basic o Power Builder que enseñaban en las escuelas.

En mi búsqueda del conocimiento, entendí que la programación era simplemente dar instrucciones a un computador, como un algoritmo que se lee de arriba hacia abajo. No obstante, cuando avanzamos, tenemos que aprender a usar objetos, pero básicamente es entender lo primero. Y el lenguaje más adecuado para lograr ese propósito era uno que esté más cerca de un código de computadora.



Por eso amamos C++, porque es uno de los lenguajes más adecuados para entender cómo programar. Así, todos los conceptos de sistemas de información tendrían sentido en la práctica, ya que el código se inicia sin gráficos y luego se mejora para su uso comercial. Es importante entender que la pantalla negra es el inicio de un buen programa, y esto lo saben muy bien los testers y hackers. Los que trabajan con servidores no usan gráficos para mantener el servicio, sino solo “instrucciones”. Así existen los lenguajes funcionales.


Aún con el paso de los años, no ha dejado de existir la programación no gráfica. Es la base de la comprensión. Asimismo, es importante que se trabaje en los algoritmos y funciones programables. Y si realmente quieres ser un programador de verdad, debes saber escribir instrucciones a un computador, es decir, aprende a solucionar problemas y luego aprende cómo decírselo a una máquina.


Serás un gran programador/a si decides ir más allá de los límites… En el pasado, los límites eran los maestros del engaño; hoy en día, lo somos nosotros mismos.

 

2 visualizaciones0 comentarios

Kommentare


bottom of page